Este eje curricular
da lugar a un nuevo modo de relacionarse entre las personas y las organizaciones en la cual la educación no es ajena a estos cambios y
el docente como facilitador y/o mediador
está en el deber de comprender su importancia en la formación de
profesionales e investigadores de la
docencia y áreas
afines.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación como eje curricular
requieren ser utilizadas con responsabilidad, para asumir las implicaciones éticas de
su aplicación al ser incluidas
como un factor central en la mejora
de los procesos, oportunidades y condiciones de enseñanza y aprendizaje; toda vez que cumplen un
rol
crucial en la administración, planeación, gestión y
seguimiento de las políticas y procesos educativos.
Asimismo, deberían ser accesibles a todos los sujetos pedagógicos y en la diversidad
de escenarios de
interaprendizajes.
Ellas contribuyen al proceso de educación permanente, proceso de construcción de
los aprendizajes de manera creativa, transformadora e
intencional, tomando en cuenta las
diferencias por grupos etarios, motivaciones e intereses, expectativas
y realidades en
contextos específicos (Alanís,1993).
Alanís, A. (1993). Formación de formadores. Fundamentos para el desarrollo de la investigación y la docencia. México: Trillas.
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